Querido lector, iba a finalizar mi recensión de Lecciones del viento (Leçons du vent, Paris: Éditions Isolato, 2019) de Kenneth White, ¡abría la obra por última vez para revisarla y comenzó una maravillosa borrasca mental! Ella tenía el rostro del viento del Este y parecía haber recorrido las estepas. Pero después de todo, ella podía venir también de las regiones árticas — Mar Blanco o Alaska. Por otra parte, no excluiré tampoco los alisos ni algún viento del Sur. De todas formas, de donde venga, el viento que sopla es el mismo desde hace millones de años.

Todo lector de White aunque sea poco conocedor sabe lo que ha ocurrido: mis páginas han sido inspiradas por el inmenso exterior desperdigado, diseminado, esparcido por los cuatro vientos... Verdaderas escenas de un mundo flotante...

Nuestra Tierra de diamante sabe que he intentado todo para encontrar los lugares de estas palabras. Tome la iniciativa del merodeador de los confines de un mundo abierto, desvié mis investigaciones hacia el espacio nómada, recorrí las orillas del silencio, límites y márgenes a lo largo de la gran ribera. Utilizando una estrategia paradoxal, consulté los archivos del litoral para alcanzar el pasaje exterior a lo largo de la Historia: ¡el gran gesto, pues!

Con mi figura de afuera, y con total franqueza, ¿me habría gustado pedirle las pistas a la pandilla del Kosmos, enviado una carta a Gourgounel, tocado la puerta de la Casa de las mareas — y de la ermita de las brumas? ciertamente no...

El espíritu nómada, en pocas palabras, yo examiné el horizonte sensible, seguí la ruta azul que me trajo desde el Atlántico hasta el mar de luz, exploré el campo de la gran obra, realizando un verdadero panorama geopoético, desde la meseta del Pelícano hasta las finestierras del espíritu. De la travesía por los territorios, de las excursiones por la tierra oceana, desde luego, no regresé indemne como el viento... Pude ver claramente que estas páginas tenían afinidades extraordinarias con el agua y el viento. De estos signos salvajes — Borderland ! — no quedó solamente un archipiélago de esponjas, un verdadero apocalipsis, tranquilo...

Igualmente ruego a mi exigente lector que acepte examinar esta chrestomathia de cristas, esta muestra de playas, estos fragmentos escogidos cuidadosamente entre las páginas recopiladas de las muchas ribas de la ciencia gaya donde soplan Las lecciones del viento (Les leçons du vent).

 

                                                                                                                      Régis POULET

Nota bene: siguiendo las indicaciones del autor, intenté una phylotaxia, es decir clasificar las hojas.

Nota bene bis: todo lo que está entre comillas es de Kenneth White.

 

 



 

“Al lector vagabundo, que sabe que el viento sopla donde él quiere, cualquiera que sea el ambiente sociopolítico de la época, la verdadera vida está más allá, yo deseo, además del  regocijo, algunos momentos de felicidad cosmoliteraria, la percepción de un vasto movimiento de la mente.”

 

“¡Un poco de oceanismo!

Vayamos hacia un redescubrimiento de lugares (lugares alejados, lugares al margen), con un espíritu de localismo abierto.”

 

 

“Si yo viajo, es para habitar más profundamente un lugar y recoger los elementos del mundo entero. Si, al estar instalado en un lugar, yo estudio y medito, no es para que mis viajes sean sólo vagabundeos entretenidos, andanzas detrás de reportajes, o de crónicas deportivas, sino experiencias placenteras que involucren al ser humano en su totalidad.”

 

 

“En la cultura nómada, un buen libro está considerado como una lámpara en la noche, una brújula en extensiones desiertas, y un compañero para los viajes largos.”

 

 

“Primera necesidad, el espacio y segunda necesidad, la soledad, hasta el aislamiento.”

 

 

“No escasean en el mundo, ni aún hoy, los espacios en los que la gran dimensión de la vida es sensible y donde sopla el viento de lo posible.”

 

 

“En la geografía mental de Londres, lo que está permanentemente en segundo plano, es una república en la que el ser humano se encuentra en términos de igualdad, no solamente con sus semejantes, sino con los no-humanos, se trate de un perro o de una roca.”

 

 

“Si Byron, como tantos otros, pasean su persona por el planeta, lo hacen para llegar a la conclusión de que su persona no es nada. Lo que importa, es el pensamiento profundo en contacto con la Tierra: «No vivo en mí mismo, me integro a lo que me rodea». El océano, la montaña, la selva, el desierto hablan «un lenguaje mutuo», más claro que los lenguajes fabricados por los hombres. Entrar en ese espacio, es «vivir un ser más intenso».

 

 

Escondido en lo más profundo de la psique humana subsiste el sentimiento de que una relación primordial ha sido interrumpida, trayendo consigo una pérdida de contacto, entre el hombre y la naturaleza, entre la sociedad y el origen de la vida. De allí las tentativas para retomar contacto, recrear una unión, reencontrar un «buen lugar». Si el «buen lugar» pudiera ser concebido como ultramundano, lejanamente utópico, también pudiera situarse en la tierra, y en las inmediaciones.

Son estos lugares terrestres los que me interesan, que llaman mi atención, y podemos encontrarlos por doquier en las cartas del mundo.”

 

 

“Skovoroda es una figura de afuera, un filósofo nómada, un espíritu errante, un hombre del viento y del relámpago, El mundo en su conjunto duerme, sepultado entre sus cobijas. Es un mundo-vientre, en el que los espíritus no han nacido aún. Hacemos muchas cosas: nos casamos, tenemos hijos, cazamos, hacemos la guerra, construimos.”

 

 

Si gran parte de la literatura (romanesca, dramática, y política) sigue, haciendo más o menos ruido, cimentando su temática en un mismo repertorio de lugares comunes (digamos una decena en total : padre e hijo, hombre y mujer, soledad y sociedad, búsqueda de una trascendencia con resabios de mito, de metafísica y de religión), existe también, desde hace ya algún tiempo, otro paisaje mental.

 

 

Mientras que los otros se lamentan acerca del fin del Hombre y de la caída del lo Ideal, mientras otros también se deleitan, con prosa y con verso, el flagelo de su pequeño yo agonizante, nosotros estuvimos afuera. Hemos recorrido la historia en la búsqueda de focos de energía. Recorrimos el mundo en la búsqueda de espacios intactos. Deshaciéndonos de todo lo que nuestro yo cargaba de pesado, de aburrido, de podrido, comenzamos a establecer una carta de identidad con latitudes y longitudes insospechadas. Un mundo otro, que tenemos cada vez más placer de articular, alrededor de nosotros y en nosotros.”

 

 

“Y al hablar de la «gaya ciencia de los mendigos» quisiera evocar algunos de mis primeros compañeros de ruta, algunos libros de bolsillo con resistencia tanto hacia la versalización como a la vulgarización de las letras.”

 

 

“En el momento en el que Stendhal buscaba un nuevo estilo, un estilo que saldría a la vez de la retórica pesada y de la «buena escritura», él se referirá al código civil.

Por mi parte, yo me remití a los tratados de navegación y a los reportes meteorológicos. Hay allí primicias de una literatura, la única que me interesa profundamente y permanentemente.”

 

 

“En El corazón de las tinieblas, Conrad deja entender que el sentido de un episodio no se encuentra al interior, sino al exterior (fuera la profundidad psicológica...). Y en una carta, él declara: «Más escribo, menos substancia veo». En su lugar, una cosmología de la energía.”

 

 

“Dejar «andar» un poema, ése es un arte más allá del arte. Es una poética del mundo.”

 

 

“Yo merodeo el mundo, con un sentido del lenguaje de los lugares y de la gramática de las cosas.”

 

 

“Saint-John Perse es de esos, raros (quizás pertenezca de una espacie en vías de extinción), que dan al espíritu poder, vuelo y luz.”

 

 

“En cuanto al chamán (la palabra es de origen tungús — en mongol, se dice böge), tiene por función, eminentemente poética, concentrar las energías psíquicas del grupo y ofrecer una expansión al alma haciéndola viajar.”

 

 

“Es un campo de energía que explora y experimenta Lichtenberg, un campo de energía que se manifiesta primero en las cosas: «Buscar ver en cada cosa lo que nadie ha visto aún, lo que nadie ha pensado jamás.»”

 

 

“Para un navío, estar «sin balasto» significa no tener carga. Para una mente, eso significa haberse librado de los textos búdicos extremos llamados «el mobiliario».”

 

 

“En último lugar se abre un vació, lleno de murmullos, de luces, de aleteos, y la sensación se hace cada vez más aguda en la conciencia del viajero (merodeador de riberas y lector de archivos del mundo) de estar confrontado a lo poético profundo, es decir a lo impensado, a lo que hace irrupción en la realidad y la renueva.”

 

 

“Cuando digo viaje, pienso antes que nada en los nómadas y en los chamanes. Al nómada, tal como yo lo veo, agrimensor del desierto, jinete de la estepa, viaja en el vacío, ve dentro del vacío, amigo del viento que sopla donde quiere. El chamán, se sumerge en las profundidades, remonta el espacio, pasa a través de las dimensiones psíquicas, a fin de abrir una luz y realizar una sanación por espaciamiento.”

 

 

“Siempre hay que dejar las cosas abiertas. Es la única manera de encontrarles una respuesta adecuada.”


(traducción : Maguy Blancofombona)